jueves, 10 de diciembre de 2015

Así es vivir con depresión.

La depresión se apodera de ti silenciosamente, al principio tienes problemas con las cosas pequeñas, pero luego eliges ignorarlas. Es como una jaqueca, te dices que es temporal, que pasará, es solo un mal día. Pero no lo es, estás atascada en este estado mental, te acostumbras a usar una máscara social y vivir entre los demás porque es lo que tienes que hacer. Es lo que hacen los demás. Pero el problema no desaparece, te esfuerzas por actuar todos los días y empieza a costarte más y más, allí es cuando comienzas a caer más profundo y es entonces cuando empiezas a alejarte de amigos y familia, a veces ignorándolos por completo. Todas las satisfacciones desaparecen, las pequeñas cosas que solían hacerte feliz ahora son insignificantes, incluso las cosas simples se vuelven dolorosas, por eso es que no tienes motivación. ¿Por qué continuar haciendo cosas si nada te hace feliz? Todo esto te hace sentir incluso peor y te ves atrapada en un círculo vicioso. De pronto te das cuenta de que estás viviendo en cámara lenta, los días son indistinguibles, solo ruido blanco... Una pesadez que llena tu mente y se reparte por todo tu cuerpo. Sientes que nunca volverás a ser feliz, sigues alejándote y destruyendo relaciones, estás avergonzada por todo lo que has hecho y lo que no has hecho. Hay una parte de ti que quiere arreglar las cosas, un impulso positivo repentino que te hace querer salir y conocer personas pero no dura mucho porque sabes que de todas formas no funcionará. Las cosas que emocionan a tus amigos te dejan indiferente y te deja consciente de la brecha que hay entre tú y ellos. Otro fracaso no es una opción, así que eliges estar sola, donde te sientes segura, donde nadie te hace preguntas. La baja autoestima y la falta de propósito se vuelven insoportables. Finalmente te das cuenta de que no puedes continuar así y sucede una de dos cosas: decides buscar ayuda o puede que intentes suicidarte.

lunes, 23 de noviembre de 2015

jAMAs.

Amar en tiempos de odio es algo heroico, hazaña esta la de sentir en un mundo insensible. Despojar al amor de su significado más previsible, cursi, rancio, material, disfuncional y romántico.

Amamos por rebeldía, contra la hipocresía en demasía, amamos por encima de nuestras debilidades, a partes iguales o ponderadas dependiendo de dos enteros que se disfrazan de dos mitades, vamos, que el amor nos suele querer a pares. Amamos porque el amor es una de las pocas armas que pasa por el detector de metales, porque este se puede privar pero no privatizar y no lo verás jamás en manos de multinacionales. Amamos como morfina para paliar esta enfermedad terminal llamada "el día a día" para tener algo que llevarse a la boca cuando Sístole y Diástole mendigan. Amamos porque el corazón no se raciona ni se administra, no lo receta el médico, ni el homeópata, ni el fisioterapeuta, ni la psicóloga, ni el guardia, ni el policía, pero es que amar puede que sea el mejor placebo o la mejor medicina. Amamos sin amos, sin billetes, en carne viva, como un viaducto que te permite viajar por otra ruta alternativa a la rutina. Amamos sin idolatrar a falsos ídolos como la envidia. Amamos en vídeo, en carta, en móvil, en fotografía. Amamos en beso, en abrazo, en caricia, en soltería.

En esta vida hay dos tipos de personas, las que aman como estado y los que amamos como filosofía.

Los que lean esto y piensen que estoy hablando de amor ya sé en qué grupo están, yo soy de las que aman sin poseer, de las que entienden que el amor es sinónimo de poesía.

sábado, 7 de febrero de 2015

Todo lo que quise decirte pero nunca me atreví.

Podría haber asumido que era mi culpa.
Podría haber soportado que me dijeras que ya no me querías.
Pero lo que no soporto es que me mintieras de esa forma, dejándome como la culpable de la situación. Me dejaste con un millón de preguntas y no me diste ninguna respuesta. Me dejaste. Te perdí. Y lo peor de todo, ella te recuperó.
Ahora ya sé que te he perdido, que lo he perdido todo. Y aun así no puedo dejar que te vayas para siempre y me olvides sin que sepas que no te guardo rencor, que yo lo sabía desde el principio, que sabía que te iba a perder y que tú nunca ibas a ver en mí lo que yo en ti. Quiero que sepas que te quise desde el primer día y que te querré siempre, aunque te pese. Aunque me olvides con el tiempo, algún día llegues a comprender lo mucho que te quise.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Decidle al mundo que hoy me da igual si llueve, truena o estalla el temporal;
que me dan igual las chicas huracán, los poetas, los rollingas y los banqueros.
Decidle al mundo que hoy no veo más horizonte que estas sábanas,
y que,
por favor,
la próxima vez que piense hacerme daño
lo haga con más cuidado.

martes, 13 de enero de 2015

Hubo un día que lo llamé motivos,
y luego me di cuenta de que era miedo.

Recuerdo otra vez que creí poder controlarlo todo,
y acabé vomitando en un descampado.

Luego,
pensé que podría curar un corazón que estaba hecho trizas,
y acabé rompiéndome yo.

Al final,
se dio un puto y minúsculo instante,
que me lancé al precipicio porque pensé que lo que no me dejaba sentir era el miedo,
y bueno...
Luego supe que eran motivos.

Mentiras que me decían que me tenía que haber ido.
Pero,
de nuevo,
decidí quedarme.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Miedo.

Oro parezco, plata no soy, tiempo no doy y la paciencia acaba huyendo, el amor se esfuma y se fuma un peta con soledad. A mi edad las lágrimas abren el telón de las letras, brechas que se abren por miradas, atacadas quedan cicatrices que parecían cerradas, y vuelve a llorar el león ante un rebaño, se avergüenza de que no haya pasado un año desde que aquella chica se fue, y él siga llorando.

Miedo tengo yo de no saber qué hacer, permanecer, luchar y vencer o volver, recordar y tener que vivir a base de un recuerdo. Muerdo al pasado, al ayer, me da tanto miedo como el futuro porque es como un muro al que no sabes vencer. Si hay algo que he conseguido no perder en mi vida ha sido el miedo, esa sensación que te acobarda el pecho y te hace pensar que un hecho valdrá siempre más que mil palabras. Y como yo siempre he sido de fallar, aquí te traigo mi verso, puede no servir de nada, pero lo dejo todo en el intento.

Hay personas que escribimos versos, pero luego hay personas como tú, que son poesía, que me hizo pensar que era mía esa musa que tienes por sonrisa, tú eras de dormir en los porches, yo era de cometer errores... Y la magia surgió sola. Llevo toda mi vida nadando en el mar de la vida para poder encontrar una isla que me salve, y no sabes cuánto me alegro de que no hayas sido tú, de que tú hayas querido hundirte conmigo y enseñarme que a veces vivir conlleva querer hasta morir, hasta ahogarte. Es curioso como el corazón encierra recuerdos, vuelve locos a los cuerdos y te enseña querer perder la cabeza, es curioso como me has salvado sin sacarme de mi desastre y me has enseñado a enfrentarme a este mundo de locos en el que pocos quieren abrirse el pecho por alguien.

Si te soy sincera, soy la primera que me rindo antes de hora, que escribo en la toalla mi poema de despedida antes de tirarla, y vas tú y me cambias las normas.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Morir de amor.

Me gustaría poder dejar de expresarme en pasado, de afirmar negaciones y abandonar los juegos palabras, si pudiese créeme que dejaría de escribir porque cada día se convierte en una cadena que desangra mis ventrículos y me obliga a recordarte sonriendo, riéndote a carcajadas después de decir una tontería de las mías, y luego las repetías y qué bien sonaban en tu boca, no te puedes imaginar lo bonitas que quedan las palabras cuando están impresas en tus labios.

Echo de menos acosarte a todas horas con tonterías que no tenían sentido hasta que nosotros se lo buscamos y me he quedado con unas ganas increíbles de decirte que eres un torpe declarándote al sol, al cielo, a las estrellas y la luna, porque nadie más ha sido capaz de conquistarte, debería haberte avisado de que tres canciones llevan tu nombre y las margaritas huyen de mí porque las desvisto preguntándome si me quieres o no.

Culpo a la suerte de que hoy no estés contándome cómo te ha ido el día y de que mañana no pueda contar contigo en el mismo sitio de siempre, ni abrazarte con las ganas que manifiestan mis ilusiones, y hoy solo espero que un día cualquiera preguntes por mí y te digan: ''Está más guapa que nunca, por fin le dio la espalda al miedo.'' Y yo con una sonrisa sepa contarte que te escribí tanto que las palabras se convirtieron en tus pestañas y las utilizaba para pedir deseos cuando llegó la primavera, que a pesar de que las estaciones pasaban rápido sobrevivía a la ausencia de tus ojos.

Y por eso lo llamamos ''morir de amor'', porque no termina de matar, porque me he convertido en guerrera de la más cruel batalla, aquella en la que se combate con tus labios y salgo ilesa, porque ojalá, mi vida, me hubieses matado a besos.