sábado, 29 de noviembre de 2014

Miedo.

Oro parezco, plata no soy, tiempo no doy y la paciencia acaba huyendo, el amor se esfuma y se fuma un peta con soledad. A mi edad las lágrimas abren el telón de las letras, brechas que se abren por miradas, atacadas quedan cicatrices que parecían cerradas, y vuelve a llorar el león ante un rebaño, se avergüenza de que no haya pasado un año desde que aquella chica se fue, y él siga llorando.

Miedo tengo yo de no saber qué hacer, permanecer, luchar y vencer o volver, recordar y tener que vivir a base de un recuerdo. Muerdo al pasado, al ayer, me da tanto miedo como el futuro porque es como un muro al que no sabes vencer. Si hay algo que he conseguido no perder en mi vida ha sido el miedo, esa sensación que te acobarda el pecho y te hace pensar que un hecho valdrá siempre más que mil palabras. Y como yo siempre he sido de fallar, aquí te traigo mi verso, puede no servir de nada, pero lo dejo todo en el intento.

Hay personas que escribimos versos, pero luego hay personas como tú, que son poesía, que me hizo pensar que era mía esa musa que tienes por sonrisa, tú eras de dormir en los porches, yo era de cometer errores... Y la magia surgió sola. Llevo toda mi vida nadando en el mar de la vida para poder encontrar una isla que me salve, y no sabes cuánto me alegro de que no hayas sido tú, de que tú hayas querido hundirte conmigo y enseñarme que a veces vivir conlleva querer hasta morir, hasta ahogarte. Es curioso como el corazón encierra recuerdos, vuelve locos a los cuerdos y te enseña querer perder la cabeza, es curioso como me has salvado sin sacarme de mi desastre y me has enseñado a enfrentarme a este mundo de locos en el que pocos quieren abrirse el pecho por alguien.

Si te soy sincera, soy la primera que me rindo antes de hora, que escribo en la toalla mi poema de despedida antes de tirarla, y vas tú y me cambias las normas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario